lunes, 18 de abril de 2016

Bonarda: apariencias que engañan

Todavía me acuerdo hace algunos años cuando conocí a un líder de negocio que a simple vista y a primera conversación parecía una persona dura, una persona con carácter fuerte y bastante seria. En la primera conversación pensé "ok, uno al que va a haber que convencer de que Recursos Humanos es socio del negocio, no un área transaccional que sólo recluta gente, le paga la nómina, y la desvincula" Parecía que iba a ser un trabajo complejo, y de momentos hasta podía darme "flojera" pensar que iba a tener que convencerlo de lo valioso que es el equipo de Recursos Humanos cuando se pone de cara al negocio. En fin, hice lo que naturalmente tenía que hacer: mi trabajo tal y como lo sé hacer!, con pasión, con sentimiento por la gente, con disciplina y con mucha convicción de que lo que hacía le generaba valor al negocio, y que efectivamente soportaba los resultados. Poco tiempo más tarde, ese líder se convirtió en el mejor Business Partner que he tenido como Recursos Humanos!..digamos que pasó de ser una cara seria a ser un un líder genuino, soportando y liderando las iniciativas de gente, una cara amigable y dispuesta a dar lo mejor para ayudarme a maximizar mis iniciativas de Recursos Humanos. Estaba equivocada! Detrás de ese rostro serio en realidad había un socio estratégico para mi área!

Así tal cual es la Bonarda, una cepa que a simple vista tiene un color intenso, muy marcado, y que en aromas se magnifica, soltando muchos aromas a frutos rojos, algo de cuero e incluso notas de tabaco. A vista es un vino muy estructurado y complejo. Cuando das vueltas a tu copa puedes ver como el vino se desplaza en las paredes con mucha precisión. Cuando finalmente lo bebés, en boca es un vino elegante, distinguido, delicado; claramente los taninos son para la vista y más bien para el paladar se cuidan, procurando convertirse en un vino amigable para aquellos que lo beben. Bonarda es una buena cepa para ir comenzando a disfrutar vinos más estructurados como el Tannat y el Cabernet Sauvignon.

Por años se pensó que la Bonarda argentina era una cepa italiana, de la zona del Piamonte, pero sólo el tiempo y estudios de ampelografía (identificación y clasificación de las vides a partir de la forma y color de la hoja y de las bayas) demostraron que esta uva realmente está a la altura de la Bonarda producida en los Alpes, del lado francés en la Savoie, en donde la Bonarda tiene el nombre de Douce Noir (dulce negro, qué nombre tan preciso para una uva de color intenso, pero delicada al paladar!) Y con el tiempo se entendió que la confusión se originó producto de que la Bonarda fue traída a Argentina junto con otra carga de cepas Italianas.

En este caso yo disfruté de una Bonarda Argentina: Cadus Partida Limitada 2011. Qué vino tan bueno! Un placer en cada copa!  Es un vino de sabor extremo, con mucha estructura pero al mismo tiempo con mucha elegancia de sabor. Aunque a vista puede parece un vino astringente (que aporta sensación de sequedad y amargor al vino), no lo es; y es más bien delicado al paladar, suave, distinguiendo los sabores del vino en cada copa. Es lo que se llama un vino aterciopelado. Sencillamente, espectacular!

Conseguir una Bonarda varietal tan buena no es sencillo. Durante mucho tiempo la cepa Bonarda ha sido empleada para aportar estructura a los blend, principalmente a los cortes con Malbec. Sin embargo, se hace cada vez con mayor fuerza y ahora encontramos algunos varietales de Bonarda como este maravilloso vino que fue producido por la Bodega Nieto Senetiner en el año 2011, y que fue almacenado en barricas de roble francés de primer uso por 24 meses.

Para disfrutar esta delicia de vino preparé dos tapas sobre la base de jamón prosciutto...las recetas, como siempre, son muy sencillas!

Enrollado de prosciutto:
Caramelizar unas peras cortadas en gajos a la sartén con un poco de mantequilla y azúcar, una vez listas, agregarles un chorrito de licor (puede ser un licor de almendras por ejemplo). Retirar del fuego y envolver estos pedazos de pera en jamón prosciutto. Agregar encima queso azul trozado y servir.

Tapas de jamón prosciutto:
Tostar unas tajas de pan con aceite de oliva y queso brie. Retirar del horno y echar encima un poco de mermerlada de ají (lo ideal es emplear una mermelada picante, ya sea de ají o de rocoto). Enrollar jamón prosciutto y colocarlo encima de cada tapa. Para finalizar, coronar con cáscara de limón ácido rallada.

Ambas tapas son muy sencillas y acompañas siempre un buen Bonarda, se los recomiendo!