martes, 6 de junio de 2023

Transformando lo ordinario en extraordinario

 De acuerdo con la RAE, la palabra ordinario tiene hasta 11 significados; hoy yo tomo el significado de “común, regular y que sucede habitualmente”. Las experiencias de Recursos Humanos suelen ser así, comunes, habituales, del día a día; cuando no las tienes, las extrañas, las reclamas y las necesitas; cuando las tienes, no las sientes, pueden ser parte del paisaje. Ahí está el truco de Recursos Humanos: ¿Cómo hacer que esas experiencias que pasan por desapercibido sean extraordinarias y convirtamos la experiencia de nuestros empleados en experiencias únicas y genuinas? Hace un tiempo atrás tuve la oportunidad de trabajar en una empresa de servicios; cuando llegué no existía prácticamente recursos humanos, lo que había era más un área de administración de personal, con algo de contratación (más que reclutamiento). Construir cada pilar (llámese talento, cultura, capacidades…) fue un proceso que tomó algunos años, con mucho esfuerzo, con muchas horas invertidas, mucho recorrido en campo y sobre todo, mucha escucha activa. Escuchar lo que te dicen nos ayuda a los profesionales de recursos humanos a repensar lo que hacemos en la organización, y a transformar un proceso simple en un proceso extraordinario, que nos enamore de la organización y por ende nuestra productividad suba. Como resultado de tanto esfuerzo, el eNPS de los empleados (la medida de la experiencia) subió en poco más del 50%; y claro, con ello subió la productividad (que era fácil medirla a partir del indicador de costo laboral sobre venta) Sin embargo, el indicador más enriquecedor lo medí (y debo confesar que también lo disfruté) el día que dejé la organización…mensajes de texto, whatsapps y llamadas de muchos líderes y empleados de la empresa que me agradecieron porque la vibra había cambiado, porque se habían vuelto a enamorar de su lugar de trabajo, porque habían sentido la cercanía, equidad y la justicia que habíamos llevado con los procesos de Recursos Humanos; y porque su trabajo se había vuelto más fácil desde que empezaron a sentir esa diferencia…Eso es transformar lo ordinario en extraordinario.

Y aquí una muestra de ese sentimiento…por un lado, un vino común, regular, y que habitualmente podría descorchar en una noche de verano sin mayor plan, como lo es este blend de Sauvignon Blanc-Semillón de Pequeña Vasija, de la Bodega La Rural; y por otro lado, un plato común, regular y que habitualmente podría cocinar una noche sin mayor esfuerzo, como lo es este risotto con portobellos. Cuando se unen, crean una experiencia inigualable; el uno destaca al otro; lo realza, hace que disfrutes en boca uno de esos placeres más grandes de la vida, como lo es un buen maridaje de vino. Me sentí tan satisfecha cuando encontré esta pareja…de eso se trata, ni el vino ni el plato son costosos, complejos o rebuscados…ambos son simples, pero juntos son elegantes, estructurados y delicados. Los mejores maridajes nacen así, de los placeres simple de la vida.

El vino es elaborado en la Bodega La Rural, una bodega fundada por Don Felipe Rutini, cuya filosofía es abrazar la innovación y lo tradicional al mismo tiempo. Es un vino fácil de beber, joven, sin madera, razón por la cual es mejor beberlo a lo mucho un año después de la cosecha. Es muy frutal y sus aromas se muestran fácilmente, durazno, algo de cítricos y de flores. Color dorado, muy marcado a la vista con algunos matices verdes. En boca es muy equilibrado, y con claras notas de manzana. Este curioso blend de Pequeña Vasija es un vino muy accesible, yo usualmente lo compro en Kahan Licores, y en oferta no cuesta más de 35 soles.

El risotto es muy sencillo, un poco de mantequilla y cebolla en la olla a cocinar a fuego muy bajo, cuando la cebolla esté tierna y blanca, incorporamos un buen chorro de vino blanco (sí, el mismo que vas a disfrutar, por su puesto), dejamos cocinar unos minutos hasta que el alcohol se reduzca, agregamos arroz (el tipo risotto, claro) y luego lentamente, de a pocos y a fuego muy bajo, vamos agregando caldo de pollo (sí, caldo de pollo, algo tan simple como eso). Cuando toma punto, un buen trozo de mantequilla y un poco de parmesano encima. Por otro lado, sólo salteamos con mantequilla y sal los portobellos y listo, los empleamos para coronar esta delicia. 

Este maridaje es simple y económico; un buen ejemplo de cómo podemos convertir lo ordinario en extraordinario!...Y ya saben, de eso se trata Recursos Humanos...y sólo los verdaderos líderes son capaces de reconocerlo y entenderlo!

A disfrutar, la mesa está servida!