Trabajo en una
empresa que este mes celebra los 50 años de haber estado sirviendo a los
peruanos…y aunque aquí son sólo 50 años,
la realidad es que llevamos casi 130 años de existencia en el mundo! Como se
imaginarán, es una oportunidad para celebrar!, 50 años no pasan en vano. Así
que hemos estado preparando todo lo que necesitamos para celebrarlo! Y cuando
tienes fechas tan especiales como esta, empiezas a recolectar historia, y sacas
del baúl recuerdos y antigüedades como la medalla de los 100 años de compañía,
los primeros empaques de producto, fotos de la inauguración de la planta, el
lapicero con el que se firmaron los primeros contratos, la camiseta que
diseñaron para apoyar a la selección peruana en el último mundial en el que
participamos (en los años 80!), entre otras antigüedades que a simple vista no
valen nada, pero que en realidad tienen una historia grande cuando escuchas lo
que hay detrás.
Así es el Pétit
Verdot, un vino que ha sido recuperado de la antigüedad en los últimos años. No
están del todo claros sus orígenes; sin embargo, se sabe que el Pétit Verdot se
plantó inicialmente en la región de Burdeos (Francia) y que debido a que es una
cepa que madura tarde (por eso se llama Petit Verdot – pequeño verde) no podía
ser empleada para preparar vino, por lo que fue dejada de lado y reemplazada a
mediados del siglo XX por los vitivinicultores. Recién hace pocos años el Pétit
Verdot volvió a Francia (Burdeos) y se ha apoderado de otras tierras cálidas
como Australia, España, Italia, Estados Unidos, Argentina, y Chile, entre otras
regiones vitivinícolas.
En principio, en
Francia, el Pétit Verdot ha sido y es empleado para cortes, de manera que
aporte y equilibre con su cuerpo y estructura a otras cepas como la Merlot o
incluso el Cabernet Sauvignon. Regularmente, se incluye máximo un 10% de esta
cepa en los vinos cortes. No obstante, en países como Argentina y Chile el
Pétit Verdot se ha impuesto con su estructura y es ahora un varietal que
compite a los niveles del Cabernet Sauvignon y el Tannat.
Esta cepa es de
piel gruesa y concentrada, de un azúl intenso casi negro y un racimo abundante,
con altos niveles de tanino y acidez. Al servirlo, presenta un color rubí muy
concentrado, con aromas a frutos rojos como la mora, y al paladar su tanicidad
se hace más relevante, pues resulta sutil.
En esta ocasión,
yo disfruté de un Pétit Verdot de Chile; en donde existen alrededor de 270
hectáreas plantadas, principalmente en las regiones de O´Higgins y Maule. Al
ser regiones más cálidas, esta cepa gana en estructura, en taninos y en acidez;
convirtiéndose en una cepa con mucho potencial de guarda y que puede ser
empleada para un varietal.
El Pétit Verdot
de Chile por el que aposté es de la región del Maipo: Chaski 2010 de la Viña
Pérez Cruz. Este vino libera no sólo aromas complejos a frutos rojos sino
además aromas de hierbas y especies que en su paso se impregnan en el paladar. Las
uvas de Chaski son seleccionadas con mucho cuidado y como resultados se obtiene un vino
estructurado, fresco y equilibrado, con taninos suaves y de un final largo y
persistente, como bien lo indica la Viña Pérez Cruz.
Germán Lyon es
enólogo de la viña y ha trabajado con esta cepa desde el 2005; sin embargo, indica
que recién en el 2008 tuvo éxito con ella, lo que dio origen a Chaski. Según
Lyon, al ser una “variedad de uva de gran estructura, de taninos firmes y de
acidez alta, hay que tener cuidado si no se quiere obtener un tinto que dejará
knock out la lengua”. Es por eso que Chaski incluye, en menores porcentajes,
otras cepas como el Carmenere y el Malbec, las cuales le aportan muchos aromas
y textura.
Para acompañar
este increíble vino, preparé unas tapas de confitura de tomate con queso
manchego. Prepararlas es muy simple!
Confitura de tomate con queso manchego:
Para preparar la
confitura de tomate sólo debes pelarlos (te recomiendo hacerles un pequeño
corte en forma de cruz por la parte baja del tomate y pasarlos por agua hirviendo
un par de minutos), córtalos en pedazos (no es necesario retirarle las
semillas) y ponlos a la olla con azúcar y laurel o romero (calcula 300 gr de
azúcar para 1 kg de tomate). Déjalo cocinar por unos 20 minutos o hasta obtener
una mermelada. Luego pásalo por el “prensa papa” (o en todo caso un colador) y
déjalo enfriar.
Prepara las tapas
colocando sobre una tostada una loncha de queso manchego, un chorrito de aceite
de oliva y coloca encima la confitura de tomate que has preparado. Puedes
decorarla con romero.
A disfrutar se ha
dicho!!!...La confitura de tomate es precisa para la sutileza del tanino y acidez
alcanzada por este Chaski 2010!
Podemos reemplazar el romero por albahaca , igual de delicioso :)
ResponderEliminarPodemos reemplazar el romero por albahaca , igual de delicioso :)
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